Fallido fue el intento de elegir a los nuevos directivos del consejo de la Junta de Usuarios de Chicama el pasado 19 de noviembre. La Asamblea convocada por el presidente de la organización, Julio Sánchez Jaramillo, no llegó a buen término luego de que los representantes de las comisiones de usuarios de Ascope, Sausal y La Pampa optaran por retirarse y abandonar el recinto donde se desarrollaba la reunión.
Sin embargo, pese a mantener el quórum reglamentario, los delegados decidieron suspender la asamblea y aplazarla hasta el próximo 26 de los corrientes.
El impasse surgió por presumir con mucha razón, posibles irregularidades futuras en vista de que tres de las seis comisiones no lograron inscribir la vigencia de poderes de sus nuevos directivos en los Registros Públicos de la Libertad.
La polémica ha superado los inimaginables discursos de eternos defensores de los ‘pequeños’ agricultores, que incluso por ahora sólo esperan la bondad del Estado para ampliar sus mandatos hasta finales de 2014. Hasta hace unos meses, esperaban ansiosos las elecciones y responsabilizaban a un poder oscuro el aplazamiento de las mismas.
La asamblea, autoridad máxima de la Junta de Usuarios de Chicama, la integran cuatro representantes de cada una de las seis comisiones de usuarios, dos representantes de los usuarios agroindustriales, uno del sector agrícola y uno en representación de los usuarios del agua poblacional. En total 28 y que ante la asamblea sólo requieren de la acreditación de sus respectivas organizaciones, estas ya reconocidas por la Autoridad Local del Agua Chicama.
El contexto real obliga a los agricultores tomar decisiones, difícil para emparejar todo el sistema administrativo de los operadores de riego, viable para parcialmente asegurar la personería jurídica de la JUCH.
Ideemos alguna hipótesis frente a este contexto. Si se elige el nuevo consejo directivo de la JUCH, ésta relativamente no tendría inconvenientes ante la ALA y Sunarp; pero sí, en caso los doce directivos de la comisiones de usuarios observadas por Sunarp hubieran decidido indefectiblemente el resultado de la elección. Por ejemplo, que con sus doce votos resulte electo el presidente.
De otro lado, una realidad. Si la votación de los observados no incidiera en el resultado final; igual sus comisiones se sumarían aparentemente en un gran lío legal con efectos de desgobierno en su seno institucional. Pero; el Minagri ha asegurado que en las comisiones que no eligieron nuevas directivas o haciéndolo no lograron ser validadas por Sunarp, los directivos ‘salientes’ ampliarán su mandato hasta el 31 de diciembre de 2014. ¡Qué tal ganga!
¿Qué queda? En Chicama, tras semejante gollería estatal a favor de los que no inscribieron sus directivas, lo sano sería que estas se abstengan en la votación del nuevo directorio de la JUCH en la asamblea que se retomará el 26 de noviembre.
Así, antes de la dación de los dispositivos legales que salven la personería jurídica de las comisiones observadas, los agricultores habrían asegurado la personería jurídica de la JUCH.
Dejemos de lado, la postura del perro del hortelano de algunos dirigentes; que porque no podían ser electos frustraron la elección pasada. Para la semana que viene es un reto el desprendimiento de los que ampliarán su mandato.
Qué más quieren, se la llevan fácil.
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